Somos la quinta columna infiltrada,
en un mundo aparente y satisfecho,
en el que cada uno aunque maltrecho,
se siente un héroe contra la nada.
Todos quisieran superar al vecino,
tener la mejor casa y aparentar menos años,
pero la edad no perdona e inflige grandes daños,
no hay quien pueda leer el destino.
Se nos olvida mirar el retrato,
aquel que desde la mesita te mira,
cuanta ilusión en la mirada.
Yo a la dictadura del tiempo no acato,
no me rebélo contra la edad con ira,
y mi arma es la palabra, mi mejor aliada.