Te colaste por una rendija de mi ombligo.
Te colaste de matute en mi vida.
Inficionaste mi sangre toda...
Nada más verte en esa penumbra
Que se hizo reina al trasluz de mi ventana,
Ventana que se me abre a una esperanza
Que no espera, que no sabe esperar porque
Su tren está llegando a la última estación.
Al ver que te ibas alejando en ese vagón
De no retorno me aferré a la mentira que
Me aproximaba una mano salvadora.
Nos descalabramos, yo y mi circunstancia al
Alimón, los dos atados al mismo recodo
del camino que se tuerce a lo lejos...
Ahora, con las muescas que el tiempo inflige
Sobre mi oscura piel, puedo sostener y
Sostengo que cada estrella que el Universo
Pone en mi cielo me sirve para decorar mi
Árbol de navidad verde y alto, y nevado...
Al fin y al cabo todo lo que vivimos se torna
con el tiempo fuego de pajas, aunque a toro
Pasado nada permanece, rescoldos de pasión.