Ávido de la paz busque consuelo
en las páginas mustias de breviarios,
que los viejos profetas milenarios
pregonaban de Dios su sacro celo.
Y mi numen cansado de desvelo,
con deseos humanos libertarios,
comparaba verdad con los rosarios
que dicénme que llevan hasta el cielo.
En mis noches de largas inquietudes,
con el alma cargada de dilemas,
me enteré que toditas sus virtudes
Son tan solo mentiras y anatemas,
ya que a Dios, en sus santas latitudes,
no le importan del mundo sus problemas!
Autor: Aníbal Rodríguez.