Son ellos, los que ya no viven,
los que lanzan más de un clamor
pero no por dinero y riquezas
sino que por comida y amor,
¡Sí!, ellos los espantapájaros,
los que ya no corren pájaros
sino que el sentir del dolor.
Los más perjudicados,
los que por su color de piel
ya cumplieron un pecado,
los niños, señores y ancianos,
esos que aún no reciben una mano,
ellos, los que aún siguen espantados
por culpa de los desalmados.
Los de pupilas oceánicas,
labios desérticos
y de tristeza montañoza.
Los otros humanos,
los que olvidamos en un camino,
el de la libertad.
Paulo Maillot