Yo que soy carne baldía
salpicada de interés
que perdido entre el rebaño
no prometo como presa
ni tampoco de simiente,
te estoy proponiendo a ti
mujer del montón querida
compartir tu compañía
por el resto de nuestros días.
Solo tengo pa' ofrecerte
mis brazos acostumbrados
al trabajo de la rusa,
un cuartico húmedo y triste
sin ventanas ni sanitario,
con un catre y una mesa
que yo mismo fabrique,
un radiecito viejo
de pilas y de corriente,
una olla pitadora
que alguna vez me robé,
dos cobijas y una ruana,
y un acolchado de retazos
que mi abuela me tejió.
El piso de este cuartico
que pago en alquiler
no necesita del aseo,
mujercita de mi vejez,
pues de tierra apelmazada
su suelo es.
Pero te tengo un cariño
grande, inmenso, que no cabe
ni en la mansión mas bonita
que algún día yo pinté
para un rico muy tacaño
que me robo
y era juez.