Marchando fui con las hojas desprendidas
que reclamaba el viento con su boca de otoño,
distante del mundo, palpando partidas
sin que se asiente en mis pies patria alguna
ni los retoños en ella... En el polvo.
Yo crecí creyendo que mis venas
eran la cuenca de algún río enojoso,
crecí con el olor lascivo de la hierba
que en el prado se multiplica afanoso.
Pero no era yo con la piel de la tierra,
ni los años en mis ausentes raíces,
ni el ocaso, ni la noche incierta
ni las canas de los prados felices.
Vi a mis padres ser la tierra que se agrieta,
los vi tan tristes en las noches grises,
los vi morir día a día en sombra yerta:
me vi piernas en vez de raíces.
Y huí de la tierra que creí asir con raíces,
y huí con mis torpes piernas de viajero;
y mi corazón se hizo vacío, como cuenco
presto a llenarse de cualquier cercana garuba
o algún distante invierno.
Siempre me dije: soy viajero y mi patria
es el mundo entero.
Pero dentro de mi alma extrañaba mi tierra
como un recuerdo del río o de la fruta madura
para una piel sucia y una boca seca.
Conocí muchas banderas y pocas canciones,
conocí muchos ciudadanos y pocos hermanos,
retocé en muchos prados sin estrellas mías
y dormité en las lejanías de la patria ficticia,
la patria falsa... La de mis pies y mis manos.
Después de muchos años, volví cansado,
cansado de huir de una muerte
que no solo estaba en la tierra materna.
Pero mi tierra había muerto, otros prados,
otra gente poblaba con sus muertes
y arrullos de trino convivían con estertores extraños.
Mis padres, muertos, ya viejos, otros prados.
Yo no huía de mi tierra, comprendí...
Huía en vano de mi pasado...
Errante en vano, tarareando distancias,
distancias que nunca distanciaron mi legado...
Poeta y escritor: Edmundo Vélez Alcívar
Guayaquil - Ecuador
Derechos reservados del autor.
Pd: si por casualidad caen en mis letras, sean tan amables de escuchar la declamación del poema en el link de youtube.