Camino por Madrid, con el silencio de mis pasos como única melodía física. Ese maldito sonido que no hace más que recordarme que no hago más que pisar en falso. En mi mente, el tic tac del reloj que básicamente marca el tiempo que llevo perdido. Ese material que poco tenemos en cuenta pero que se muere, no es eterno. Y aún así existe gente que lo desaprovecha buscando un ideal que nunca existió. No te voy a mentir, era una de esas que lo desinvertia en obligar a la gente que yo quería a quedarse. Luego me di cuenta que se termina antes dejándoles libres, que si no están cuando les necesitas es que no les merece tu tiempo. Lo único que hacen es arrugarlo y tirarlo a la papelera del olvido donde se va consumiendo con el mismo y acabas siendo de nuevo la nada. Así somos, quizás estás pensando que estás haciendo algo grande, pero tarde o temprano te acaban olvidando. Vive por ti, no por los demás. Haz lo que quieras y no te pierdas siendo algo que el resto de gente quiere que seas. De hecho, por eso me encuentro aquí ahora mismo, en esta calle oscura y fría, por estar arrastrandome por alguien sin pensar en mí misma.