Cuando me nombraste me fundi en la jerarquía de tus gestos deseosos de alcanzarme...
Me nombraste, y mil hogueras se conjuraron de repente, me hablabas de tu vida mientras yo memorizada tu pueril figura en tan breve instante.
Me nombraste y fui cómplice de una pasión deshabitada hacia un deseo inconfesable conservando intacta tu figura sin poder reclamarte más que esa mirada tuya...
Me nombraste, y te aguardé a orillas de un abrazo impagable, me traspasaba el amor de extremo a extremo y temí decir mirándote: te quiero.