Amargamente embriagado por el dolor del vino añejo,
que fermenta oculto en el vientre
sin alas de la soledad…
Hoy, he roto las páginas rosas de un viejo calendario
y he prometido
con la mano sobre la imagen de una fotografía tuya,
no volver a pensar más en ti.
He creado un luctuoso ramillete de flores muertas
con las hojas perennes
de las dudas que embargan los cimientos sin cal
de mi corazón
y he tirado al mar, el orgullo insolente de tus labios
que cubre con un cierto halo de ironía y misterio,
la mágica sensualidad de tu sonrisa.
He caminado, arrastrando mis pies de lagartija
por los caminos sin rostro que conducen
al final de ninguna parte
y he recorrido la distancia que nos separa eternamente
para jugar al esconder
junto a la puerta de la universidad del llanto
donde duermen olvidados tus recuerdos y tus caricias.