Mi tiempo no pasa, o mi reloj se para, o la agonía de esperar reblandece los relojes como si de una pintura de Dalí se tratase. Relojes lánguidos, sin agujas ni motor, sin fuerza para aumentar la velocidad de su misión, estricta y a la vez holgada, caprichosa en su elección.
La eternidad despierta, o a la Luna se la llevan, transportando la neblina que rodea su fulgor. Dulce anhelo, pensamiento enajenado el de sus labios blanquecinos saludándome por fin.
Como un avión de papel, que se para y cae en picado a mitad de su trayecto, congelándose en el tiempo y levantándose de nuevo, impulsado por un niño deseoso de observar cómo un juguete logra todo lo que él desearía conseguir.
~ BlackSwan