Si supieras cómo necesito oír su dulce voz
Si supieras cuanto necesito de su mirada llena de fulgurante amor,
Oír galante aquellas palabras que siempre me embuten de profundo encanto,
Mi poeta
Si supieras, cuan necesito tu paz esa paz interior,
Que me llena intensamente de ti;
Si supieras lo tanto que necesito De la luz y dulzura de tus labios!
Ya no alcanzo... hostigarme así!...
Ya... mas, no puedo... Mi mente no quiere pensar no puede pensar nada más que en ti.
Necesito esa flor de tus manos, esa flor que día a día riegas con esmero,
Aquella paciencia de todos tus actos con mera justicia,
Que me inspiras para lo que siempre fue mi espina,
Mi fuente de vida se ha secado con la fuerza del olvido...
Me estoy quemando; aquello que necesito ya lo he encontrado pero aún
! Te sigo extrañando! Como el ímpetu del mar bravío.
El amor ascendía entre nosotros fulgurosa pasión
como la luna entre las dos palmeras mostraba nuestras siluetas de encanto,
que nunca se abrazaron.
El íntimo rumor centelleante de los dos cuerpos
hacia el arrullo un oleaje trajo, pasión
pero la jadeante voz fue atenazada,
fueron diamantinos los labios.
El ansia de ceñir movió la carne, apasionada
esclareció los huesos inflamados, de fogosidad
pero los brazos al querer tenderse murieron en los brazos,
De ambos consumido en amor
Pasó el amor, la luna, entre nosotros
y devoró los cuerpos solitarios, jadeantes
Y somos dos fantasmas que se buscan
y se encuentran lejanos.
Estoy perdidamente enamorado
de una mujer tan bella como ingrata;
mi corazón otra pasión no reverencia
y mis ojos su efigie han plasmado.
Si escudriño en mi pecho, triste creo
que otra hermosa me diera sólo enojos
y si sereno miro, ante mis ojos
su figura gentil tan sólo veo.
Con vocablo palpitante le dije mi cariño;
y sarcástica y cruel exclamó: “¡Poeta,
conoces el pasión sólo de seudónimo!”
Y desde aquel momento tolero lo indecible...
¿Por qué, amada fresita, crees imposible
en un cuerpo de niño un alma de hombre?
Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá evaporarse en un segundo el mar;
Podrá fragmentarse el eje de la tierra.
Como un débil cristal.
¡Todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu dulce y tierno amor.