Hallé tu primavera, suntuosa juventud
entrecortada de riña,
antes de dos… uno.
Ya eres extraña,
seco desierto del recuerdo.
Sin embargo, una herida que refulge hondo.
Tú, solo tú,
solo rememorar, reincidir;
Invocar si se quiere.
Ayer de la agonía,
ayer de hartazgo,
se estremeció la dicha…
Murió.
Ante todo,
aun ante mi propio sepulcro de olvido,
mi mausoleo de olvido,
guardo en sagrado templo de lágrimas
sentirte.
Será agonía nostalgia,
atrapado semblante,
carácter de padecimiento,
lamentos.
Así la prisión de la efigie cautiva.
ADIÓS