Pero, ¿qué esperas hombre problemático?, si lo único que buscas es armar más conflicto. ¿Quieres deshacerte de mí?. Estupendo, cada día que me acusas de loca por ser el mismo hombre que intenta evadir el problema, pero te comprendo... No es tu culpa dejar de amar a una mujer como yo. Antes debo mostrarme. Soy aquella mujer que cuando se pierde en un hombre entrega su alma, corazón y vida, a veces insoportable, pero también extrañable, soy exactamente la mujer que amas aunque tenga problemas, soy aquella que se deja amar y sabe amar, y acerca de mi hombre, mi hombre necio es mi más grande amor. Si tal vez me entendieran no me juzgarían por lo que escribo, si tal vez conocieran lo odiarían y lo amarían como yo, es ese hombre que tiene dos filos, tú, solo tú sabrás por cual camino establecer una relación. Bien, siguiendo con lo nuestro, es entendible por lo que pasas pues esta mujer, tu mujer exageró. Pero, ¡Entiéndeme hombre!, ¡Maldita sea, entiéndeme!. Sí, lo afirmo, me he vuelto loca y es por tu culpa. Mis celos, repugnantes celos, se hacen cada vez más grandes y enfermizos. ¡Me desconozco!, pero te entiendo, cada vez te entiendo más y me entiendo menos. Hoy de lo único que tengo ganas, es de mirarte a los ojos y escuchar nuevamente decir una mentira, de esas que a menudo sueles decirme: Te amo, te adoro, eres mi todo, entre tantas, son demasiadas que me faltan dedos para contarlas; sin embargo me resulta agradable escucharlas. Tienes exactamente ese toque especial para endulzar mi oído, aunque soy complicada hay algo de mí que te atrae, y aunque no se que pueda ser dudo un poco que sea el sexo. Eres aquel que puede acercarse a mí sin ningún temor, porque soy para tí incluso antes de haber nacido, conoces exactamente cada uno de mis gestos, mis mentiras, mis enojos, mi terquedad y también mi ilusión, conoces exactamente todo de mí, por eso es que temo tanto a lo que suceda, pero tú, ¡tú, hombre necio!, ¡terco!, ¡idiota!, ¡avispado!, ¡mentiroso!, eres mi amor, y qué puedo hacer si me he enamorado de vos.