Te llamo
y en el silencio
mi aliento te acaricia,
mi suspiro te habla,
y te dice: “Soy yo”.
Soy yo que te evoco,
y te digo con la mirada
lo que mi corazón siente al oírte,
y al mirarte.
Al tocarte efímeramente
con el roce de la brisa,
que después de tocarme a mí,
te toca a ti,
y te lleva con el ruido de mi risa
ese suspiro que te habla
y que te envío con la brisa.