Adrian VeMo

Amor

 

Yo agradezco esa piedad de los supermercados

sus ofertas solidarias

para con bebedores da quattro soldi.

El día de hoy

se parece a los ángeles

como cuando violan la eternidad.

El cielo tiene una sonrisa pecaminosa

que provoca escozores a mis tristezas,

tengo tristezas acumuladas

y no recuerdo algunas de donde salieron;

estoy perdiendo la cordura cuando digo adiós.

El sol lombardo, de momento, es amable conmigo

y también con las hojas de periódico,

y con los ancianos que duermen bajo un techo violeta

ellos descansan sus ojos dulces en décadas borrosas

-admito-

siento, por momentos, envidia de esa traviesa amnesia.

A veces despierto, como hoy,

esperando una llamada

como quien espera pasar una estrella fugaz,

y hay llamadas

serenas,

alborotadas,

publicitarias

pero no esa llamada

que retuerce a mis oídos en espera.

Recuerdo entonces a las colegialas

sus sonrisas de ninfa

y acento aprendiz cada vez que pronunciaban la palabra Amor.

Ellas sabían de Romeo y Julieta

y desconocían los dolores de Flora Tristán,

pensaban

que el amor era entrar en un jardín.

Me pregunto si ellas conocían los otoños.

Por eso me gustan las copas de los bebedores

donde ahí adentro

el amor es un fantasma embriagado.