Guillermo Contento

Insatisfacción

 

Bajé la luna y dejé la noche oscura

con las estrellas cómplices nocturnas.

Hasta tus manos la traje como espuma

y tu asombro al verla fue un   instante.

Tocaste con tus manos delicadas

sus valles y las montañas rocosas,

y mirando mis ojos con ternura,

dijiste  suavecito  con dulzura:

la veo y pensé que era otra cosa.

Al cielo la llevé y busqué en los mares

las aguas más azules y más bellas

y traje desde lejos las más puras.

Las puse con cuidado en un gran sobre

con moños de regalo y con tu nombre.

Al verlas exclamaste ¡qué belleza!

Buscaste con tus dedos sus oleajes

y el cuerpo zambulliste con destreza.

Al tiempo ya cansada de los juegos

mirándome a los ojos me dijiste:

qué lindo que es el mar cuando se goza

pero en verdad pensé que era otra cosa.

Llevé de nuevo el mar a sus lugares

y vi lindas montañas con su nieve.

Te traje las mas grandes, con glaciares,

la nieve como copa blanca y suave

envueltas en mil árboles frutales.

Qué lindas son las nieves de la cima

exclamaste con tu voz  asombrada;

y en camino en la ladera boscosa

dijiste que esperabas otra cosa.

Y en tanto fui llevando las montañas

tus manos enlazaron una extraña

y en pasos que imitaban una danza

pusiste en tu camino otra esperanza.