Y bajo el cielo nuevo de tu cuerpo
espere impotente la aurora
luz matinal pristina,
renovadora de fuerzas
que ofreces al mundo un nuevo dia,
a costa de la muerte nocturnas de tus horas.
Y es que en este instante que
mi memoria en deshora olvida
será el recuerdo palpitante en atardeceres
arcanos un día.
Para probar que abolida
nunca la llama de tu amor
Añora,
Y siempre presente la pasión de tu cuerpo
agora.