Aquí me hallo sentado en un lecho frío.
Aquí me hallo pensando si hoy comeré
o permaneceré en el mismo ayuno de los
últimos días.
Aquí me hallo a la intemperie de una vida
varada sobre un arenoso bajío de tristeza.
Sobre este lecho de piedra desde el que
me pronuncio, me dispongo a revelarme
a la suerte que me ha tocado en gracia.
Aquí me levanto de este destino pétreo
para prender la cañaheja prometeica y
revelarme contra la fuerza del océano
que me inunda.
Antes voy a acicalarme para presentar
un aspecto decente a mi nueva vida.
Antes voy a lanzar al olvido toda la
hojarasca que me ha servido de triste
abrigo.
Antes voy a enterrar a la tristeza que
me ha acompañado como perra fiel.
A Dios pongo por testigo que nunca
pasaré hambre, otra vez...