En el diáfano reflejo
de mis ojos, veo,
un abismo; un vacío.
Un bosquejo de mi falsa
vastedad de ser.
Entre zarzas yerro absurdo
como lúgubre silueta
en el huero y sus linderos,
donde el único sentido,
no es sentido.
Un turbio mar de ideas
y su oleaje me murmullan
y me dicen qué soy yo.
Y así, mi silueta errante
camina ciega sin remedio
hacia la nada, hacia una muerte
ineluctable.