En un cuarto cerrado, olvidado del tiempo,
donde van los objetos que nadie reclama,
guardadas las cosas por si en el mañana
alguno las busca, o pretende usarlas,
encontré el dolor de un corazón herido.
En papel amarillo entre hojas de un libro,
con letra cuidada, con sencillo estilo,
palabras eternas con fuego grabadas,
y un propio recuerdo que llega y se clava
profundo en el medio de mi corazón.
El tiempo ha pasado, la tinta se borra
pero las palabras no cambian jamás.
Años esperando que alguien las lea
y hoy que las encuentro comienzo a llorar.
Con lágrimas nuevas, las hojas se manchan
Y otra vez la tinta se parece a sangre
por esos amores que el tiempo ha perdido
pero que no han muerto en el corazón.
En papel amarillo, entre hojas de un libro,
de otros amores conocí el dolor;
y sentí en mi pecho que era como el mío,
que el dolor no cambia si es por un amor.