Cielo
Llueve sobre la playa de Deauville,
de la arena al casino una nube
se consuela con sombrillas
que han decidido seguir cerradas
como si fuesen pájaros alicaídos
se posan en el cuerpo que sombrea.
Aire
Me han decepcionado
los Hombres,
podré sembrar,
recortar la pelusa
esperar el fruto,
al ave que emigra
donde crece el verde,
la plantación infinita de eucaliptos.
Sol
Un rasguño en el acantilado
y aquel cuerpo germina.
Cultivos secos
Traza la ola su pirueta graciosa
desdibuja a la gaviota
que come en mi mano
palabras no dichas,
escritas en papeluchos de puerto
donde me han prohibido entrada.
Tiene el diente de perro
el rojo
tinto de la sangre que beben
cuando me arrancan la piel,
y me bautizan loca.
Siembra milagrosa
Leche de florecillas
de bordura de mar,
en el gusto de su boca
que ensaliva mi lengua
mi lengua provocando la savia
de cien árboles airados.
Planta
La semilla encuentra el cause
en la barahúnda de la entrepierna.
Mala yerba
El hacha reposa
junto a la tijera,
poda cuerpo,
tala hoja
sobre el verde antiguo de La Mancha.
Ángel mío, soy un trapo de piel
que en nada se parece a la creencia,
el zurcido mal echo,
no tengo fuerza
para remendar.
Las cosas leves caen pesadas en el alma:
te nombro y voy a morir esta noche.
Del Cuaderno de la herborista,
Editions Hoy no he visto el Paraíso, 2010
gráfica: El mal del Mal, Margarita García Alonso
en http://visualeslamarga.blogspot.fr/