Finitud del alma, candado y cerrojo, herrumbre añoso.
Estorbo en el ser, nudo apretado impidiendo el gozo de la plétora,
-inmerecidas gracias- por ausencias que han fugado en el origen.
El todo es imposible en la materia, amarrada con grilletes,
algún faltante habrá, grano de arena o sombra fugaz del paraíso,
y lo habido no será de aprecio aunque desborden de luz las luces.
Finitud humana, que quema en su soberbia y al encono lleva,
la impotencia de saber que no se puede abarcar el universo
porque no cabe ni en la mente ni en las manos, ufanas y creídas.
Si cascadas de juicio llegaran, quedaría entregarse a los talentos
y desarrollar su valor en crecimiento, que obra en el ser sabios.
Y tú, poeta, toma todas esas letras y espárcelas así… sobre un papiro,
como sabes…
De mi libro “De letras nacidas entre poetas”. 2013 ISBN 978-987-1977-03-1