Habiéndome encontrado
tan imperfecto en mi ser
y con carencias
y habiéndome sentido
tan indefenso, tan humano,
hice valer todo el silencio
y llené mi soledad de cantos.
Estando ya cansado y contemplando
un sol que sin fiestas se apagaba,
en una tarde que como otras
abatida y sin voz ya se extinguía,
renové la apuesta a ver mis sueños
ensamblándose en el tiempo
y asilando en él la vida que caía.
Cercados los recuerdos grises,
redimidas las memorias puras,
dejé que mis sueños se volviesen reales
y vi posarse ese gorrión en el frío de la reja,
la reja de mi cuarto, y al mover sus alas
se iluminó la tarde y ese sol sin fiestas.
De mi libro “De cumbres y de abismos”. 2007 ISBN 978-987-9415-23-8