Hay versos que se niegan a escribirse,
a plasmarse en el papel.
Temen que la huella que dejen se grabe para siempre,
indeleble, en el corazón.
Temen no poder retractarse una vez dejados al amparo de tus ojos,
temblorosos, indefensos, desarmados.
Vulnerables como un diente de león,
que una vez pronunciados, se esparcirán por el viento,
llevando consigo la esencia de este amor.