Había una vez en el monte mas alto de Friembru un águila tuerto. Este águila era muy astuto, audaz y tenaz en su afán de valer su inminencia entre los águilas que aun no lo querían por no tener un ojo. El águila tuerto, que se llamaba Fluyutu, hacia de todo por alimentarse, volar y tener alas muy suspicaz para hacer valer el cometido de sus alas. Se dejo llevar por su ojo biónico, y el único que tenia. En cuanto a su estabilidad como águila tuerto, se enfrascó en una pelea única por un territorio que se necesitaba para descansar y dormir y lo peleaba el y entre dos depredadores. El águila tuerto, va en busca de su territorio y de su único escondite que era un rincón entre dos piedras preciosas. Y entre dos territorios se condensa mas la pelea. El ojo visor del águila tuerto se torna mas visible, y mas viable, mas sorprendente, y mas vivaz. Pero, no saben que, que el águila tuerto y se torno algo imposible de enfrascarse en una pelea a muerte contra dos depredadores. Cuando se debió de perpetrar una descendencia autónoma en saber que el destino era infructuoso como tan impetuoso el momento. Y supo, el águila tuerto que solo llevaba en su corazón el talismán del muerto, un águila viejo como el viento solo soplaba. Y se quedo tan autoritario su gesto de pelea, de contienda en la vida cotidiana de pelear un territorio como siempre y todos los días. Y se debió a que en la vida solo se hizo un desafío en perpetrar todo aquello que era contienda y salvedad de un territorio en que sólo se presentía dueño y señor. Fluyutu, el águila tuerto, solo se condenso en saber que su vuelo se tornaba denso y su descendencia hacia el territorio se edificó como autónoma de ese territorio entre las dos piedras. Y tenia allí, alimento, sustento y mas aun, su naturaleza en discernir que seria de su vejez cuando estuviera viejo y sin poder volar con sus alas de acero como siempre volaba por el lago y el monte mas alto en Friembru. El águila tuerto, va en busca de pelear todo aquello que veía su único pedazo de cielo. Un territorio audaz, y pertinente, se tiene que edificar como la llave de su corazón abierto, y en su interior como autónomo de la fantasía en que la realidad se subleva a ser mas. Es el territorio, es la casa o el hogar de un águila tuerto, en que se pelea el sueño, el calentar alas y querer volar hacia lo inexplicable de un horizonte y querer regresar. Cuando se siente percibir el cálido instante en que sus alas lo cobijan de un eterno frío. Y su ojo duerme como lirón dormido. Aunque nunca consiguió lo que esperaba solo el instante lo quiso como salvedad de ese momento. Cuando Fluyutu, quiso arrancar de raíz su único vuelo, quiso ver el cielo voraz de unas nubes que deseaba alcanzar y sentir el viento entre su cuerpo y por supuesto entre sus dos alas. Porque aunque no tenia dos ojos para ver, tenia dos alas para volar y fue tan inmenso su vuelo que quiso adentrarse en el bosque que tenia un monte alto llamado Friembru. El águila tuerto, Fluyutu, tenia dos formas de volver a su territorio, era por el lago o por el monte alto y el territorio tenia una marca que hizo con sus pezuñas. El león marca territorio y todos lo hacen de igual manera. Pues, el águila tuerto también. Es una mañana y el águila tuerto, sale en busca de alimento o sustento. En el aire se encuentra el águila tuerto y los dos depredadores para edificar su territorio y pelear algo que nunca dejaría en vivir un águila tuerto contra el deseo de vivir en su cueva. Y se advinieron a el los dos depredadores para pelear la camorra de un territorio en que casi era el sustento del águila. Y se miro fijamente, ojo con ojo, hocico con hocico, y ala contra ala. Y se peleo a muerte por el territorio, pero, el ojo visor del águila no le alcanzó a dar la pelea a muerte por un territorio. Cayó como desciende una nube hacia el firmamento cuando se deshace entre sus habitantes y tan fugaz como el viento impetuoso hacia sus alas de gran estirpe o linaje. Su cuerpo herido y alas mojadas por el lago, hizo en hacer morir al único águila tuerto en la región y en el monte alto de Friembru.