Era un día de esos
de viento y de lluvia
de rayos que erizan
la piel y los huesos,
De puertas que azotan,
de miedos secretos,
de aves que observan
sus nidos desiertos
Era un día de esos...
cuando tu valía,
desafió al adagio,
banal valentía
Tu trazo de albor
clareó el lienzo tinto,
ya ni se advertía
el cárdeno cielo
y al día hechizado
aquella osadía
semejó a un envite
que no consentía,
y por eso cuando
en un día de esos,
con sorna las nubes
veían tus huellas
marchar sin las mías,
Te juro, mi bien...
sentí que reían.