Lo miraba venir,
su pelo encrespado,
era bajo y de barba,
de mi hermana enamorado.
Viviendo entre la jungla,
pocas vistas se esperaba,
pero aquel pretendiente,
con frecuencia nos visitaba.
Es que amaba a María,
tenía buenas intensiones,
quería formar su familia,
sueño de dos corazones.
Su visita era grata,
de su mano algo colgaba,
era una bolsa blanca,
que siempre nos alegraba.
La bolsa venía repleta,
de pan muy variado,
bollos dulces y simples,
pan de un enamorado.
Pero sin previo aviso,
María se fue con Dago,
ni pan ni María quedaron,
tan solo un amargo trago.
J.Moscoso.
Derechos de autor reservados.
José Antonio Moscoso Vega.
Costa Rica, Puntarenas, Corredores.
09 de noviembre 2017.