Llegó la hora de cerrar el último capítulo,
el capítulo final que se ha extendido por mucho tiempo
después que la protagonista de la historia se negó a actuar.
La obra trató de seguir el mismo curso,
aún sabiendo que el elenco estaba incompleto;
que la novela había perdido todo su sentido
en el momento en que la protagonista de la historia
se negó a actuar.
Hubieron muchas otras candidatas;
pero para el director no había nadie que pudiera
interpretar mejor el papel que la protagonista
de la historia que se negó a actuar.
Entonces todo se volvió aburrido;
los diálogos se mostraron vacíos,
y el gran sentido que tuvo la historia en sus inicios
se perdió en el olvido.
La novela siguió.
El director pasaba horas enteras pensando en los momentos
de gloria que vivió antes de que la protagonista se negara a actuar,
y esperaba que algún día esta regresara para que la historia vuelva a tomar
el sentido que tubo en sus inicios antes de que se perdiera en el tiempo…
Un día, después de mucho tiempo, la protagonista volvió.
Había protagonizado otros papeles pero en ningún otro
se había sentido tan cómoda como el que interpretaba en la historia
antes de que se negara a actuar, y le pidió al director una oportunidad
para volver a actuar en esa obra;
le prometió que ella podía demostrarle que era la mejor intérprete
para desempeñar el papel y que la historia retomaría el sentido
que tuvo en sus inicios.
El momento que el director siempre estuvo esperando
había llegado; la protagonista al fin había regresado;
pero no fue hasta entonces que se dio cuenta de algo:
La historia fue muy buena mientras duró,
pero debió ponerle fin en el momento en que la protagonista
se negó a actuar,
no podía hacer que la obra durara para siempre,
simplemente se negó a aceptarlo.
La protagonista esperaba una respuesta
cuando el director contestó:
Lo siento mucho, ya es muy tarde;
esta historia debió terminar hace mucho tiempo
y ha llegado el momento de cerrar el último capítulo.
Hoy escribiré el final…