Dulce muchacha que revoloteas
como delicada mariposa en el jardín de mi corazón
llévate de este rosal
el perfume de aquella pasión embriagadora
que nos hizo felices de suspiros ya olvidados
vete ya de una vez de la piel de mis recuerdos
y déjame olvidar tus besos que me robaron el aliento
y las palabras que estremecieron mi pecho.