Al calor de tus calles transito,
y tus aceras recorro,
observo la negra noche en lo alto,
hermoso velo de fina seda y
de estrellas bordado.
El cielo que tantas veces he visto,
que he observado noches enteras.
Los verdes arboles me saludan,
mueven sus hojas cuando paso
y el reflejo de la luna
que en su follaje veo brillar,
lo interpreto como una charla,
como una charla espiritual.
Precioso valle es mi morada,
preciosa tierra donde respiro,
radiante lugar radiante su gente,
radiante calidez, radiante rocío.
Si me preguntas donde vivo,
diré que vivo en tu mismo planeta,
en este mundo corrupto de gente viva
y gente muerta.
Pero también (gracias a dios),
en el mundo de gente buena,
de niños felices y amantes fieles,
de gente libre y madres tiernas.
Mundo santo, mundo profano,
mundo joven o mundo acabado,
en este mundo que aunque sin alma,
sigue adelante, con sus sueños y esperanzas.
Porque mientras exista un hombre que ceda su asiento a una dama,
en la estación del tren en el camión o en la parada,
existirá un poco de cortesía de alma buena que nos falta
de gente amable y educada,
mientras exista el amor, aquel amor verdadero
tendremos aun esperanza,
mientras exista el término caballero.