Es tu voz de hierba
quien borra de mi rostro el dominio de esta lucha.
Es tu vibrar de tierra ancha quien me llama.
Censurada palabra de una paloma eres,
babilónica bienhechora, detrás de mis espejos.
Tuya es mi tristeza cuando la tarde declina
y todo lo triste se vuelve bello.
Cuando no me basta oír los truenos
para saber que afuera me espera una tormenta:
necesito hacerme
barro de esa lluvia.
Ser el charco de agua sucia que salpica al caminante.
Babilónica bienhechora detrás de mis espejos:
tuya es mi mirada
donde resbala tu lenguaje.
Pero mi voz...
-ah, mi voz-!!
Mi voz sustituye siempre
el peso de tu sangre.