Voluminosos,
reclaman ser probados.
Se hinchan carnosos al sorberlos;
renazco al degustarlos.
Llamativos, atrayentes,
cual neón anunciando.
Imantan, arrastran,
mecen y portean.
Me place destilarme en ellos,
son vendaval, son vapor,
son esponjoso carbón,
líquido en humo.
Son la fibra, la máquina,
potencian crucemos juntos,
riberas, tundras y estepas.
Relamiendose los sonrosados
atrapan al vuelo miradas.
El anciano es niño, rejuvenece,
su sangre con este rocío; hierve.
Y en su bolsillo un pañuelo
hechizado por el carmín,
es prenda avisando, como señuelo,
esparciendo en el aire,
sabores a azahar, tu aliento.
Me decido...saco el boleto,
bordeo el carrusel arriesgado de tu "rusa",
me desato saciado por tu jugo,
este es néctar sabroso, esparcido,
untando mis labios, presentándose,
ofreces ese único cáliz traslúcido.
Impregnas en el contacto
humedades de sal,
de arena, de yodo,
de olivas aceitadas,
de ballenas, de estrellas,
de un sendero de nácar
meciéndose sobre la mar,
en la calma del reposo.
Los tuyos son....
tan indulgentes:
consienten, permiten;
son cantos pulidos,
rodados, sin astillas,
omnipresentes.
Fraguan decididos
la verja por la que trepo,
me permiten resbalar
con ciento y un besos;
por ti y en ellos,
confesándote;
y es que me elevo y te llevo.
Siendo luna....son marea;
al frotar palideces
las torna intensas,
subidas de encarnados.
Con su goloso tacto
crecen efluvios:
una rana croa
y aletargados principes
se desperezan.
Los delimitas con la punta de tu lengua,
perfilas su contorno pincelando;
la tanto inocente como pérfida lascivia
suelta el liguero, baja las medias.
Tientan, seducen, estremecen
al hambre de la mujer y a la del hombre.
Es sutil el vaivén sedoso de tus rugosos.
Tu talismán sensual
macera entre guindas,
con orujo a los ideales.
Erizas mi piel, la lavas;
calientas, carbonizas,
extiendes y me comprimes.
Inhalan, suspiran y expiran,
mis pulmones al besarte.
Extraes mis notas de acordeón,
transfiguras los retratos,
los que estuvieron...y los que estarán.
Bésame y al besarme
permite a mis cavidades
que se empapen y recojan,
que atesoren en cofres
los efluvios por ti,
en mi incrustados.
A esa grata emoción
la quiero en mi equipaje.
La pasión como formol,
registra, memoriza,
sana heridas,
esa; mi posesión sin etapas,
vale como punto de recogida
también de partida.
Si con amplitud me los entregas
sin sujetarte en vergüenzas,
suelta las amarras,
quiero entregarte una vitalidad,
para nada contenida.
Renuevan estos al manantial,
tus labios son árbol, son vida.