I
A las llamas directos van
hambrientos, neurasténicos y acorralados,
sin luz alguna que pueda guiar sus pasos.
Sin poder ver los campos de flores,
ni de la vida sus colores.
Sin resguardo de la lluvia
Para qué ver sus sombras.
Los futuros ángeles no son personas.
II
Y vistos los próximos visitantes de las nubes,
Miremos para otros lados.
Para números, baldosas y cristales
Para laberintos de cables y metales.
A todos nos tocará ir a esos lugares lejanos.
Divirtámonos al unísono.
III
Títeres de metal y papel,
Las marionetas de los grises,
Ríen, ellos son felices.
¡Somos todos presos de nosotros mismos!.
Cascadas vacías, pero ¡ay qué magnéticas!
IV
Débil luz casi extinta,
No hay nadie que contra el titiritero
asienta.
La riqueza es un mundo de ensueño.
No hay casi nadie que contra los primeros
asienta.