Simpatice con la vida y la muerte,
eran una mujer de sombra y humo.
Todo inicio en la soledad como ley
donde lo absoluto solo es péndulo
mecido sobre nuestros pensamientos,
cráneos que terminaran pulidos.
Desesperado busque lo eterno,
con mirada amarga
mire soles y lunas,
nada de lo visto fue inamovible.
Sobre desencajados calendarios
el vacío del corazón cruzo
el minúsculo y asfixiante fragmento de la vida,
cuento cruel de cristal cortante.
Embalaje para dos cuencas,
le desertaran los ojos,
los que miraron para crear el mundo
donde me imagine hombre.