Vuvíamos en un barrio obrero con mucha historia
Había iglesias, conventos y sedes de cofradías
Y había madres de huérfanos de aquellos días
Diría que en mi barrio convivían el infierno y la gloria.
En la hora de la siesta no todo dormía
Cuando mayor era el silencio oíamos la cigüeña
En lo alto del campanario la más musical enseña
Me sentía unido a ella alegrando el día.
Éramos pobres pero honrados
Y teníamos derecho a soñar
En un futuro mejor.
No andábamos desesperados
Soñábamos con tener a quien amar
Y no recordar un pasado lleno de dolor.