Un cuaderno en actitud llorosa
sollozaba triste y pensativo
pues al comparase con un libro
resultó muy poca cosa.
En tono sentimental
expresaba su dolor
“Yo no tengo Editorial
ni mucho menos Autor”
Que triste es la vida mía,
vivir lleno de temores
con trazos de caligrafía
mal hecha y con borrones.
El libro dijo al lapicero
refiriéndose al cuaderno:
“Vamos a reprenderlo
Por mentecato y grosero.
¿Es que a caso no se fija
que el niño adquiriendo destrezas
le deja con puño y letra
el pensamientos en sus líneas?
Fue entonces cuando el cuaderno
pudo comprender su misión
y acepto la enmienda y el borrón
de modo dulce y muy tierno…
Comprendió que no había motivos
de sentirse menospreciado
que él siempre será utilizado
por más que existan los libros.