EDUARDO FAUCHEUX

EFÍMEROS, ENFERMOS DE VIDA

Solemos mirarnos al espejo buscando la imagen de lo que quisiéramos ser, y, con ojos mentirosos, nos vemos como dioses perfectos, mal pagados de nosotros mismos o como seres inferiores, esclavos de nuestros defectos. Nuestras imágenes, deformadas por nuestros egos o por nuestras imperfecciones nos impiden vernos cómo somos en nuestras presentes realidades.

\"No todo lo que brilla es oro\", ni nadie es tan poco valioso que no sea capaz de quitarle la respiración por amor a otro ser vivo.

La Vida está llena de sorpresas, y cualquiera de nosotros puede ser parte de éstas.

 

 

EFÍMEROS, ENFERMOS DE VIDA

 

Mientras haya esperanza, habrá vida.

Y mientras hay vida, hay pensamientos.

Para darnos la gran inspiración, tan conocida,

mientras haya vida, ellos vendrán, como el viento.

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Ser perfeccionista no es una virtud, ni es un defecto;

en la particular vida de una persona, su genialidad

tan solo es uno de los múltiples y variados aspectos

que nos señala una sutil diferencia entre vulgaridad,

simple creatividad, improvisación, pasión o excelencia.

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Dicen que a Rambo una salmonella lo dejó fuera de combate...

Nunca te creas tan grande, ni tan perfecto, ni tan ganador,

ni siquiera tan hábil como para lograr un triste empate,

porque podrías convertirte en un ¡miserable perdedor!

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En el natural equilibrio -que lógicamente debe existir-

cuando se inclina la aguja hacia el lado de la estupidez,

de la inoperancia y de la pérfida intención, -como un elixir-

equilibra la balanza el preciso contrapeso justiciero de la lucidez.

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Y nada dura tanto como para que uno festeje de antemano,

ni tampoco para que se cante una estruendosa victoria,

ya que las ínfulas de grandeza podrían ser en vano

a pesar de haber conseguido una anhelada gloria.

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 Porque basta que a quien carece de humildad,

el Cosmos podría tomarse la molestia pequeña 

de que algo tan minúsculo en esta biodiversidad,

como un virus, o microbio (que de la salud se adueña),

se encargue de dar un escarmiento. mandándolo al hospital,

o, solamente, a ponerlo de rodillas, o a sentarlo en el retrete,

o en el peor lugar que se merece, quitándole energía vital,

pasándolo de la gran gloria, a deambular entre soretes.

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Incluso, esa gloria podría ser que sea un extraño motivo

de próximos ruines, patéticos y catastróficos desastres...

así que no te ufanes de ella, ni alardees de ser \"el exclusivo\",

pues por engreimiento, al abismo, quizás, el caos te arrastre.

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Así, todo es muy raro, efímero, circunstancial y perecedero.

Nuestros éxitos, trofeos, títulos, riquezas, gloriosos honores,

se pueden convertir en un santiamén -deglutidos por un agujero-

en rotundos fracasos, estrepitosas caídas o en agobiantes dolores .

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Apenas un ente microscópico -como un germen-, casi invisible,

puede acabar con los efímeros tristes cinco minutos de fama;

el mayor motivo de orgullo debería ser... ¡ser increíble!...

llevando la humildad ¡como a una olímpica flama!

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Y es como todo lo que se vive en esta Vida... 

si perdemos la razón del vivir sin sentido...

si tomas de ella sin justa y precisa medida...

por esas causas, es mejor saborear lo preferido

y con la genial satisfacción de disfrutar lo selecto,

hasta apreciar la cosa más pequeña o más desconocida,

para justificar la presencia de un \"existir\" de lo más perfecto.

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Por eso, cuando algo es tan complicado de explicar

pero, intuyo, no lo es demasiado para entender...

cuando las cosas se vuelvan tristes o para llorar

siempre existe la lógica -que es para aprender-,

que nacimos para vivir y morir, para sufrir y amar;

que las derrotas y triunfos solo son fórmulas para crecer;

que, enfermos de vida, sanamos cuando morimos y luego volvemos a enfermar.

***

 

Eduardo Faucheux

12-11-2017