“Vendo yuca jacta pobre,
vendo yuca pa’los pipone,
vendo sueños pa’los dogmilone,
quien pa’acompaña eg volù con suero,
me la quiere comprà”
Su pregonar es un alegre himno de alegría,
Ilusionado muy temprano se levanta,
y a Dios gracias da,
la madruga fría está,
y él muy lleno de felicidad va.
Arrastra su carga lleno de ilusiones,
alegre con su yuca va,
vendiendo por las calles,
loco de contento va,
hasta llegar al mercado de su pueblo,
con mucha alegrìa va.
“Quien quiere mi yuca comprà,
pocque si te vendo yuca,
a mi hijo unos zapatos nuevos le voy a comprà,
y a mi muje un pollera de flores le voy a llevà”
Pero. . . la mañana está quieta,
el pueblo está muy triste,
está lleno de necesidad,
y no tiene dinero para su yuca comprar.
Nada vende en la mañana,
nadie quiere su yuca comprar,
pero él no quiere su grito de esperanza apagar,
porque para él; su grito es un canto de felicidad,
pero este por la tarde se convierte,
en un triste lamento de necesidad.
La tarde para el es tristemente oscura,
y el muy apesadumbrado por las calle va,
de regreso a casa con su yuca va,
la yuca que nadie le pudo comprar,
pensando que será de sus hijos y de su hogar.