Aquel día llegue muy cansado, entre en el baño para despejárme un poco y a media luz entre en la habitación, me tumbé en la cama, no sé el tiempo que estuve en ella hasta que llegaste tú y fue mi alegría.
Olvídate las llaves en el coche, te pregunte como has logrado entrar, tomaste una llave que solemos guarda en una pequeña grieta del felpudo, me besaste y empezó tu sensual y divertido juego cuando te desviste.
Una vez los dos en la cama cubiertos por el frío que ya está haciendo, me abrazaste para darme ánimos, yo también pase mis manos por tu espalda, la noche entraba muy divertida entre besos y abrazos, caricias y suspiros.
Las hora pasaban sin darnos cuenta, solo nos mirábamos a nuestros ojos brillando en la oscuridad, me encanta acariciar tus largos cabellos y sentir la suave piel de tu cuello cuando te beso despacio, el sabor canela de tu boca, y el rosé de las sábanas en nuestros cuerpos desnudos hasta completar el final.
© José Cascales Muñoz
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13 de Noviembre 2017