I
Tus ingobernables caricias
cubren de escamas
toda mi piel.
Entre tus piedras, brota un dragón
que no se sabe aún
afónico de fuegos
II
Hoy disipo los sueños sembrados en aire
y siento posible huir de la tibia prisión
que son mis entrañas
Desde allí, un pájaro muerto escapa volando.
III
¡Tranquila! Los filos que laceran mi alma
no pueden herir tu carne
¡Cuidado! Sólo tu cuerpo
está a salvo esta noche
Hay corazones que no palpitan más dulzuras que el silencio.