Perdí las instrucciones del juego,
obvié ciertas reglas del corazón
y pieza a pieza fui perdiendo ego
y fuego por tu adicción;
y luego termine perdedor sin
alguien con quien jugar al amor
así de bien en complicidad y apego.
Perdí lo acepto, y no soy apto
para empatar tus cartas ni mucho
menos la trampa de tus besos,
y lucho porque el juego inicie
desde cero, o desde el primer
te quiero que nos beneficie
el tablero sin límite a perder
de hecho.
Pero el amor es un juego perdido
basado en cuando el primer jugador
que olvide termine ganador, y como
premio haberse ido sin sentido.