Agonizando fue el sol al horizonte
mientras estabas hilando tus recuerdos
con la angustia de ese pálpito
mientras el miedo corría entre tus dedos.
Disfrázaste cuanto pudiste
la angustia de tu alma, pero...
tu corazón se volvió grito
y dijiste ¡Ya no puedo...!
Como sombra te fuiste desplazando
mientras las arañas asesinas
mordían tu carne adolorida
impidiendo que tu sueño fuera sereno.
Sentada junto al lecho, donde estabas
miraba tu afiebrado rostro
y mi tristeza despertó desbordada,
ya no había miedo en tu mirada
Amiga, hermana, algo nos separa
La muerte te arrebata con una manotada
dejándome sola al lado de tu cama
hecha un manojo de lágimas desolada.