Hoy regreso como extranjero
a este país que habité tanto tiempo
y entre cuyos cuatro confines
sembraba palabras y pensamientos,
a veces entre surcos,
otras sobre rejas cerradas
y otras más sobre blancas llanuras
que se poblaban con las criaturas
de mi imaginación desbocada,
barroca, lujuriante.
¡Qué amplio me parece hoy este espacio,
antes amado y amable,
y cuan intimidante!
¿Cómo poblar de nuevo este desierto?
¿Qué palabras pueden surcar
este océano inconmensurable,
este cielo infinito,
este cosmos frío y vacío?
Poco a poco, un trazo a la vez,
abro mi corazón y mis venas,
la tinta fluye en arroyuelos,
en ríos, en cascadas,
forma charcos y manchas
y las ideas se plasman,
florecen, manan.
Hoy he vuelto a casa.