Su suspiro en vuelo de mariposa
cruzó mis interoceánicos oídos
sin brújula y sin puerto navegando
a los rincones del frondoso olvido.
Me diluí en sus pensamientos de vapor
protegido en mi barca de papel
hasta llegar al meridiano de su ser
y descubrir el dolor de su suspiro.
En ese preciso instante
la sentí a dos rosas de distancia
y algunas copas de vino.