Cuando nos marchamos de nuestro país,
queremos llevar con nosotros,
en nuestra maleta,
eso que nos pueda dar nostalgia,
una canción y un poema,
cuando estemos lejos,
las estridente risas familiares,
pero no,
un amargo rictus en el rostro al ver
los ojos invisibles de la realidad
me siguen al marchar con el corazón
encogido en un espacio de la maleta,
el sonido del altavoz anunciando el vuelo,
al lado las lágrimas que llegan con la despedida,
instantes áridos sin la esencia del desahogo,
los sentimientos se agolpan en la garganta
como nudo anidado de gemidos desesperados,
la cadencia de una mudez expectante
nos funde en un abrazo con los seres queridos,
el camino al exilio da para todo eso.
Romo
Rodrigo Rodríguez - 2017