No, no es que eche de menos tu presencia,
ni tu dulce voz, tampoco tus lindos ojos,
donde me reflejaba sonriente.
No, no echo de menos tu presencia,
he aprendido a amar mi soledad,
he aprendido a quererte en tu ausencia,
porque claro, en ausencia también se puede amar.
En honor a tu amistad,
en honor a tu ira,
y a tu odio incontenido tal vez.
En honor a lo nuestro,
te invito un trago,
un trago de este vino amargo,
de este sentimiento vivo,
para hacer un brindis
por nuestro olvido largo,
para brindar por estas migajas
de amor que tuve contigo.
En honor a nuestro olvido
te invito un trago,
¡anda, que será el último!
pues el viento ya no canta,
la inspiración se irá contigo,
solo me quedará éste nudo en la garganta,
y éstos mismos versos que hoy te escribo.
En honor a los buenos recuerdos
que en mi memoria guardo,
en tu nombre tan complicado
que hoy se me hace ajeno,
haremos el último brindis
con éste vino amargo,
sabor a nuestro amor,
sabor a nuestra muerte,
sabor a nuestro entierro...