La tarde quema
sus primeros retoños,
y te devuelve intacta.
Regresas con restos de sol
sobre el cabello.
Vas llegando despacio,
con la sed de un beso
retratada en los ojos.
El día se difumina
y las bocas se persiguen.
En tu pecho canta un ave
que me envuelve con su voz.