En noviembre, asecha el invierno ya
con la melancolía del fin de año
sigiloso nos va haciendo daño.
La hoja ahora en hojarasca va
y el aire se enfría más.
Las noches más extensas,
los atardeceres fugaces,
nos vuelven más audaces,
a nuestras expensas,
y de todas aquellas palabras intensas.
Ni el clima, la estación o el aire enfría la calidez
dentro, latente quedan reminiscencias,
repitiéndose una, otra y otra vez
acometiéndonos las conciencias.
La festividad y su ánimo, no levantan,
las horas de sueño son incontables,
la energía y el esfuerzo se acaban,
y de a poco olvidamos, irresponsables.
Noviembre, diciembre y enero simples meses,
fríos como lo han sido los demás
fríos, y nunca en paz
con pequeños destellos de a veces,
deseoso de que ellos fueses
El invierno comienza hoy y ayer,
interminable, permanente y vacío
llegó tan temprano y tan tardío,
tanto así que no lo quiero ver.