¿Qué sabes tú
desde el deleite de tu vida
que se ve tan buena y apacible,
del sabor de la miseria humana?
¿Qué puede advertirse
desde la altiva soledad del bueno
tan ajeno a fracasos y dolores,
del hombre común que represento?
¿Puedes acaso estar seguro
en tu arrogante y vana intolerancia,
que estás en limpidez que te permita
arrojar la piedra que lapida?
¿Has leído en Libro Santo
que se pueda condenar o amonestarse
al débil pecador y no al pecado,
pudiendo tú ser juez y no ser parte?
Será bueno que sepas
que allí donde tu dedo apunta ufano
no hay nadie diferente o que haya renegado
ni de su Dios, ni de su credo.
De mi libro “Soles y de escarchas“. 2004 ISBN 987-9415-17-5