Era la reina de tu reino, la única que te brillaba
hasta que llego la intrusa que me robó tu amor
y me dejó como un trapo de piso pobre y tirada
sin un cuota de cariño, ni del más mínimo calor.
Era la mujer de tus sueños, la que por ti volaba
despierta o dormida pero siempre en tu regazo;
ahora soy la mala en la historia de la nueva hada
mendigando de tu humanidad un simple pedazo.
Era la diosa en la cual tu mano muy fiel posabas,
donde la distancia se rompía en brillos de colores;
ya de eso que feliz bebía no queda nada de nada
deseando un día te abras de vuelta a mis amores.